martes, 12 de octubre de 2010

Rayo de Luz !*




Después de pasar días autocompadeciendome por mis batallas perdidas acentuadas por la depresión de cumplir 24, y sentir que la vida se me iba demasiado rápido. Comprendí que no son los años que cumplimos la forma de medirla, sino todos esos momentos que hacen que ella valga la pena. Empecé a recordar todas esas noches de guitarra, de conversaciones interminables y abrazos apretados, y todo comenzó a tener sentido. Nada ha sido en vano. A pesar de las penas, me siento sin derecho a quejarme. Estos 24 años los he vivido al máximo, la mayoría de las veces a mi manera. Tratando de que cada día valga. Y han valido…

Como agradezco la ausencia de silencios incómodos con mis hermanos al contrario la sensación de tristeza al imaginar un futuro sin ellos. Y todas las noches que espere el sol de la mañana… y ahí estuvo a pesar de en ocasiones demorarse un poco.

Son 24 años disfrutando el aire, mi familia, mis amigos. 24 años levantándome incluso cuando sentí mis pies quebrados. 24 años en donde me he enamorado, he aborrecido el amor y me he vuelto a enamorar. En 24 años aprendí que la vida no es, ni debe ser rosa, porque está llena de colores y distintos matices. Donde comprendí que las personas son como las palabras que escribo, llegan de pronto a llenar mi vida y algunas veces así como llegan se va. Pero algunas a pesar de irse, vivirán siempre en mí.

Como deseo que mi abuela sea eterna, y que mi padre nunca le falte a mi madre. Estos años me acompaño el anhelo profundo de ver a mis hermanos felices, rodeados de gente que los quiera, que les haga bien. Y ¿cómo no desearlo? Si han sido hermanos no solo de padres, sino de la vida, los cuales necesito más que el aire, y los amo sobre mí.

Estos 24 años me enseñaron muchas cosas de la vida, entre tantas y tantas noches fuera del hogar, aprendí a caminar extrañando, sintiendo el despojo de mi cuerpo y mi alma, al ver como lo que mas quería quedaba atrás, sin duda extrañar es uno de los sentimientos más agudos que se pueden sentir junto con el amor, está en lo más profundo de las entrañas. Te desaloja y a ratos te vuelve loca.

Hubieron mañanas que no vi la luz del día, donde todos mis esquemas se cayeron y todo quedo en oscuridad. Días muy tristes, días que borraría, a pesar de la enseñanza que pudieron ser. Pero la vida tampoco es justa y ellos continuaran conmigo hasta el fin de los días o hasta que pierda la memoria y me vuelva loca. Pero a pesar de eso puedo hoy conciliar el sueño.



...Unas de las cosas que más extraño de la Patagonia es poder ver las estrellas sin que las luces de la ciudad interfieran entre el cielo estrellado y yo.